viernes, 12 de febrero de 2010

Cruz del Sur_2002

OPERACIÓN_CRUZ_del_Sur.
AICA BAIRES -SERVICIO NACIONAL-
LUNES 12 DE AGOSTO DE 2002



LA VIRGEN DE LAS NIEVES ACOMPAÑA AL IRIZAR

Buenos Aires, AGO 12 (AICA): El rompehielos Almirante Irízar navega rumbo a Buenos Aires tras cumplir una hazaña técnica y humanitaria que llena de orgullo a los argentinos y se inscribe en la historia de las grandes proezas del mar. Entre sus tripulantes figura el capellán, padre Enrique Saguier Fonrouge, con quien AICA se comunicó en navegación para saber cuál es su cometido, cómo lo cumple y la vida religiosa y espiritual del equipaje. “La Santísima Virgen de las Nieves Antárticas nos viene acompañando junto a la advocación de María Stella Maris”, sintetizó el Capellán.

Un gran desafío

El Padre Saguier Fonrouge, Jefe del Servicio Religioso del Comando del Cuerpo de Ejército II, no es con todo un navegante improvisado, y eso motivó que fuera destinado para la Operación Cruz del Sur, que tan gallardamente está concluyendo el Almirante Irízar. Durante seis años integró las campañas antárticas y el aprovisionamiento de las bases en el Continente Blanco. Tiene navegadas 150 mil millas aproximadamente y suma 27 meses de Antártida en ese período, preparando al personal y acompañando su adiestramiento, asistiendo a toda la gran familia antártica.

“En esta oportunidad -dice- el desafío era muy grande por lo avanzado del invierno polar, las latitudes por las que la nave se habría de aventurar, nunca antes navegadas en esta época dado las pocas horas de claridad, las bajas temperaturas reinantes y el consiguiente congelamiento del mar. Si a esto le agregamos el hecho de desconocer el tiempo que llevaría la tarea y, por ende, nuestro regreso al Continente, tendremos el panorama del comienzo de la travesía.”

Alegrías y tristezas

Añade que durante la navegación celebra la Eucaristía en la capilla, a las 18 todos los días y sábados y domingos por la mañana a las 10. Confiesa en todo momento, también mantiene charlas informales con los que viajan en esta ciudad flotante que conduce a 176 personas. Es insoslayable el tema de la familia, sus historias, los seres queridos...Las áreas son variadas: máquinas, electrónica, cocina, meteorología, sanidad, etc. “Charlas programadas con las distintas jerarquías y responsabilidades a bordo. ¿Temas? Los que se elijan. Dios se encarga de que nos enriquezcamos todos con la exposición y el posterior análisis por parte de quienes -la primera obligatoria y las demás voluntarias- participan y asisten a las mismas.”

Cuarenta días de navegación -señala el Capellán- en que han vivido experiencias de la vida diaria magnificadas por la distancia y las circunstancias del entorno. Da algunos ejemplos: Un nacimiento asistido por el papá a través de la radio; la pérdida del padre de un tripulante y de un sobrino de otro. Preparación para el matrimonio, “ya que en setiembre, Dios mediante, se casa un miembro de la dotación del rompehielos Almirante Irízar, el teniente de navío Carlos Recio. Y catequesis personalizada, oportuna y disponible para todos quienes la requieran”.

“Es importante ver cómo reacciona el cristiano ante estos hechos: alegría con la familia Márquez; tristeza y solidaridad con la familia Nieva. Las misas están más concurridas desde estos acontecimientos. También incorporamos el rezo del Santo Rosario a las 17.30, y día a día, rezamos a Jesús y María los unos por los otros”, concluye.

Dios entiende cualquier idioma

El Padre Saguier Fonrouge continúa su relato a partir del encuentro con el buque alemán buscado. Expresa: “Al llegar y abarloarnos [término de la jerga marinera que significa situar un buque de tal suerte que su costado esté casi en contacto con el de otro buque] al Magdalena Oldendorff, en el intercambio y posterior navegación en convoy, ellos en ruso, alemán y filipino, pasando por el inglés, y nosotros en español, rezábamos al mismo Dios y Padre.”

La lejanía de lo que constituye como “el resto del mundo”, el clima impiadoso, los seres queridos a miles de kilómetros, crearon un clima de honda emoción, reconoce el Capellán. “La vuelta al amarradero natural de hielo y la posterior despedida no fue menos tocante: dejábamos a un miembro de nuestra tripulación y nos llevábamos a dos tripulantes del Magdalena.”

El tripulante argentino que quedó en el Ollendorf (ya se sabe) es el doctor Campana, médico, lo que les dio una gran tranquilidad a la marinería del buque atrapado porque les garantizaba la asistencia de un profesional. “La charla con el doctor Campana -dice el sacerdote con un dejo de tristeza-, un libro del Padre Alfonso Milagro, su Biblia junto con medicamentos y otros elementos, es todo lo que quedó en su camarote.”

La tarea del Capellán

El Padre Saguier Fonrouge se diría que ha entrado en largos puntos suspensivos. Pero debe hablarnos todavía más de su trabajo a bordo. Y cumple: “La tarea del Capellán es estar donde se lo necesite y rezar y hacer rezar a todos, bendecir cumpleaños, perdonar pecados, disimular los errores ajenos y acompañar las tareas de riesgo desde el puente de mando en silencio y rezando, rezando siempre pues nuestro Padre Dios escucha si pedimos con insistencia y prometemos hacer su voluntad. Siempre escucha y otorga.”

Cuenta que tras llegar y abastecer suficientemente el buque, lo acompañaron en el intento de salida abriéndole camino. Pero ante la situación que se planteaba, previos vuelos glaceológicos, se determinó quedar a la espera del deshielo. Luego la planificación de quedarnos si no se podía volver o regresar al Continente.

Nuestra Señora de las Nieves

El Capellán es hombre de fe mariana. Por eso dice en los últimos tramos de su comunicación: “La Santísima Virgen de las Nieves Antárticas, cuya fiesta celebramos el 5 de agosto, nos viene acompañando junto a la advocación de María Stella Maris en el derrotero y en las singladuras. Hoy se hace realidad lo que algunos en su corazón no se atrevían a manifestar: la alegría de estar navegando en mar libre de hielos y con rumbo a casa, habiendo cumplido acabadamente el desafío, con la suma de los aciertos en la conducción y la divina Providencia de Dios.”+

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