viernes, 12 de febrero de 2010

Editorial "La Nación"2002

LA HAZAÑA DEL IRIZAR



Tras 24 días de navegación, de los cuales 10 fueron rompiendo los espesos hielos antárticos, el buque de la Armada Argentina “Almirante Irizar” llegó al rescate del barco Magdalena Oldendorff, que se hallaba varado desde el 11 de junio último en un zona muy comprometida al sur del Mar de Weddell. La misión conocida como “Cruz del Sur” se encuentra en su fase final y ambos buques atraviesan la parte más difícil de la vuelta navegando entre las barreras de hielo antes de hacerlo, finalmente, en aguas abiertas.

El hecho podría haber resultado ser uno más entre los tantos que llegan al conocimiento de la sociedad, sin embargo, detrás de este rescate hubo numerosas historias y denodados esfuerzos que hicieron posible la hazaña, la que ya ha cosechado el reconocimiento nacional e internacional. Al momento de recibirse la orden de alistamiento, el rompehielos Irizar estaba en pleno período de receso. Por recambio natural de la tripulación, la actual dotación está compuesta con un 30% de personal nuevo que recibió entrenamiento específico antártico durante el alistamiento previo y en la travesía. Tal fue la urgencia y la necesidad de zarpar en ayuda del barco alemán que lo que en tiempos normales para alistar al Irizar para una campaña de verano insume entre los cuatro a seis meses en esta oportunidad, y partiendo de un receso total, el alistamiento se cumplió en sólo 15 días.

Por la época del año y la ubicación en la que quedó atrapado el buque, la misión encarada por el Irizar estaba signada por las dificultades y los riesgos. La tripulación del rompehielos tuvo que enfrentarse a temperaturas extremas que cuando alcanzan los 30 grados bajo cero adelanta el tiempo de congelamiento de una persona con piel descubierta o expuesta a tan sólo 3 minutos y que asociadas con el viento producen una sensación térmica que puede llegar hasta los 45 grados bajo cero.

Además, desde el mediodía del 5 de julio hasta la tarde del domingo 7 de julio el Irizar tuvo que capear un fuerte temporal que implicó que el buque tuviera rolidos de hasta 45 grados a cada banda. Esta condición de navegación implica que no hay servicio de cocina, genera molestias de equilibrio, malestar y cansancio general en la tripulación debido al esfuerzo físico que representa mantenerse de pie.

Para esta operación no sólo hubo que atravesar aproximadamente 3.000 kilómetros de hielo, en una zona donde no se tenía experiencia y en la que el hielo presentaba paredes más espesas, más densas y por ende más difíciles de romper sino que también el Irizar se alejó hasta los 8.500 kilómetros cuando en una campaña de verano la distancia de reabastecimiento es hacer un alejamiento máximo de 3.000 kilómetros desde la ciudad de Ushuaia.

Todo ello no hace más que confirmar la profesionalidad y el coraje demostrado por la tripulación del rompehielos, que para esta emergencia contó, además, con tripulantes extras tales como meteorólogos, glaceólogos y asesores náuticos en hielos quienes, con su experiencia y conocimiento, posibilitan el exitoso rescate del barco alemán.

El “Almirante Irizar” es el continuador de una histórica tarea llevada a cabo por la Armada Argentina y cuyos inicios se remontan al rescate de la expedición sueca del doctor Otto Nordensjöld en el año 1903. Siguiendo la estela de la corbeta “Uruguay” – a cuyo mando iba el teniente de navío Julián Irizar- y de su antecesor el rompehielos General San Martín, quien obtuvo el reconocimiento internacional a partir del apoyo brindado al buque noruego Polarbjorn que se hallaba apresado por los hielos, el Irizar ha cumplido en varias oportunidades ayudas humanitarias exitosas.

Agosto 2002_ La Nación_Editorial

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